jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Cómo te prepararías para algo que puede cambiar tu vida?

Alguna vez os habéis preguntado: ¿Por qué nuestra vida está marcada por segundos, minutos y horas? El tiempo se nos da para aprovecharlo, para ser cada día personas nuevas, renovadas mirando hacia el horizonte de la Santidad. Haciendo simplemente en lo cotidiano lo extraordinario, buscando siempre la verdad. Verdad que se transforma en una aventura porque lleva consigo una historia personal.


Escuchad ¿Acaso, no es cierto que cuando uno se enamora desea que ese momento dure para siempre? Pues… Es esto lo que ocurre con aquellos que escuchan como el Señor pronuncia sus nombres. A cada uno, en su historia personal, el Señor le llama por su nombre. Aquellos que le escuchan, sienten como su corazón rebosa de amor, de un amor especial. Un amor sin límite que nos hace entregarnos completamente,  y aumenta el deseo en nosotros de ser suyos, de pertenecerle más, de buscarle continuamente. Un amor a la verdad del propio ser (el de uno que busca a la persona amada), un deseo hermoso y a la vez incómodo, como la sed.


De nuevo este año comienza el Adviento y nuevamente para nosotros, la experiencia viva de Cristo es motivo de esperanza, y por ello, fuente de gusto por la vida… llena de alegría; una alegría que para subsistir no se ve obligada a olvidar o censurar nada de lo que nos ha ocurrido a lo largo del año. Llega el Adviento y debe ser toda una provocación para nosotros, para nuestro corazón, que se deja seducir y deja brotar la ilusión, nos permite soñar, y vivir esperanzados. Se enciende en nosotros el deseo de que la vida cambie, de que sea coherente, de que corresponda a la verdad y sea más digna en la realidad que nos ha tocado.


El papa Francisco decía este mes: Es hermoso estar invitados a la fiesta… y… formar parte de la iglesia porque ante todo se trata de una gracia, una invitación. Que incluye formar comunidad, compartir todo lo que tenemos, las virtudes, las cualidades que el Señor nos ha dado. Además, de requerir que estemos disponibles para lo que el Señor nos pida.


Entonces… ¿Por qué no poner nuestros dones al servicio de los demás? ¿Por qué no dar algo, que se nos ha sido dado gratuitamente?  Mientras… como nos invita el salmo 131.5 “Encontramos un lugar para el Señor”. Un lugar, que a priori, requiere preparación para ensanchar en nosotros el deseo.


Si en algún sitio tenemos que dar a conocer y poner en marcha nuestros dones, precisamente debe ser en la comunidad que nos ayuda a madurar la fe. Y seguir, ¿Qué significa seguir? Identificarse con personas que viven la fe con mayor madurez, significa implicarse en una experiencia viva, que nos trasmite su dinamismo y su gusto. Donde Surge un corazón nuevo capaz de cambiarnos, y darnos cada vez más a los demás.


Deseemos que El Señor vuelva a llamar de nuevo a nuestro corazón


Vuelve a llamar… vuelve a tocar mi corazón y esta vez de una forma diferente porque no soy el mismo. La clave en este Adviento, estar atentos y Esperar. Esperar tal vez no es una palabra atractiva, puede parecer hasta aburrida. ¿Pero y si esperas algo que puede cambiar tu vida? ¿Cómo te prepararías para eso? ¿Te mantendrías tan ocupado, llenando tu vida con ruido y distracción? Oh…¿dejando también que se cuele el silencio?


Para concluir, es esto lo que hacemos todos los años… pero cada año tenemos una oportunidad nueva, distinta a las otras, de cambiar nuestra vida radicalmente. No perdamos el tiempo, no lo gastemos corriendo de aquí para allá. Tratando de tener todo listo a tiempo, cuando la mayoría de nosotros olvidamos tener listo lo más importante…. Nuestro corazón. De esto se trata el adviento, hacer silencio y estar vigilantes para tener nuestro corazón listo y que Jesús entre en nuestra vida…con mas plenitud que antes.

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