¡EL MILAGRO DE LAS CASTAÑAS!
"El día de Difuntos llevó Don Bosco a todos los Muchachos del Oratorio a visitar el cementerio y rezar. Les había prometido, para la vuelta, castañas cocidas. Y había pedido a su madre que comprara tres grandes sacos.
Pero Mama Margarita no había entendido bien sus deseos y no hizo cocer más que tres o cuatro kilos. José Buzzetti, el jovencísimo “ecónomo”, llegó antes que los demás a casa, vio lo que había sucedido y dijo:
-Don Bosco va a quedar mal.
Ante el alboroto de la vuelta de la hambrienta tropa, Buzzetti no supo explicarse. Tomó en sus manos Don Bosco la pequeña cesta y empezó a repartir castañas con un gran cucharón. En medio de todos, Don José Buzzetti le gritaba a Don Bosco, de manera casi desesperada:
-¡Así no! ¡No hay para todos! -Hay tres sacos en la cocina, respondió Don Bosco. - ¡No! ¡Sólo esas! ¡Sólo esas!. Intentaba decirle Buzzetti...
Don Bosco no quería ni escucharle, ni siquiera creerle.
-Yo le he prometido castañas a todos. Sigamos.
Siguió entregando un cazo a cada uno. Buzzetti miraba nervioso los pocos puñados que quedaban en el fondo del cesto, y la fila de los que se iban acercando, que parecía cada vez más larga.
De pronto casi se hizo silencio. Centenares de ojos desencajados miraban a aquel cesto que no se vaciaba nunca… Hubo para todos. Quizás por primera vez, con las manos llenas de castañas, gritaron los muchachos aquella tarde: “¡Don Bosco es un santo!"
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