EN DEFENSA DEL PAPA
El Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, que recibió ese galardón en 1980 por su oposición a la dictadura de Videla, entre otras. Esquivel es muy claro: “Bergoglio no fue cómplice de la dictadura”.
Alicia Oliveira, jueza represaliada por Videla: “cuando la dictadura me echó, él estuvo permanentemente conmigo”.Ha declarado, además, que en los duros tiempos de la dictadura “nos veíamos dos veces por semana. Él acompañaba a los curas de la villa; estaba informada permanente por él de lo que sucedía allí”, y recuerda: “Cuando alguien se tenía que ir del país, porque no podía permanecer un minuto más aquí, se lo despedía con una comida. Y él, siempre estaba“.
Graciela Fernández Meijide, madre de un joven estudiante desaparecido durante la dictadura, defensora de los derechos humanos y que se declara atea, partidaria del aborto y del matrimonio gay: “No me consta en absoluto que haya sido cómplice de la dictadura”, ha señalado. También apunta al gobierno argentino como origen de la campaña difamatoria contra el Papa:
“Cuando se instrumenta semejante ataque basándose en el pasado no es por una cuestión moral ni ética, es política. Lo que menos hubiera deseado el Gobierno es que una persona como Bergoglio, que se ocupaba en serio de la pobreza, llegue a Papa. Lo último que quería Cristina es que Bergoglio sea Papa.”
Bergoglio ofreció apoyo a los perseguidos por la dictadura
El propio Bergoglio relató en abril de 2010 sus intentos de reunirse con dos gerifaltes de la dictadura, el propio general Videla y el almirante Emilio Massera, para conocer el paradero de los dos jesuitas detenidos y pedir su liberación. Estas gestiones pudieron haberle costado la detención e incluso la vida a Bergoglio en el ambiente de caza de brujas de la dictadura argentina. En aquel testimonio también dio cuenta de sus acciones para refugiar a perseguidos por la dictadura e incluso sacar del país a un joven, vestido de sacerdote, que salvó su vida gracias a la ayuda del actual Papa.
Bergoglio también explicó entonces la verdad sobre el caso de los dos jesuitas detenidos. Ambos estaban “pergeñando una congregación religiosa”, de cuyo primer borrador entregaron una copia a Bergoglio, entonces Provincial de la Compañía de Jesús. El hoy Papa explicó así lo ocurrido: “El superior general de los jesuitas, quien por entonces era el padre Arrupe, dijo que eligieran entre la comunidad en que vivían y la Compañía de Jesús y ordenó que cambiaran de comunidad. Como ellos persistieron en su proyecto, y se disolvió el grupo, pidieron la salida de la Compañía. Fue un largo proceso interno que duró un año y pico. No una decisión expeditiva mía.” Entonces “corría marzo de 1976, más exactamente, era el día 19. O sea, faltaban cinco días para el derrocamiento del gobierno de Isabel Perón”, señaló Monseñor Bergoglio.
Lejos de desentenderse de los dos sacerdotes, y ante los rumores de golpe de Estado, Bergoglio les ofreció ayuda y protección: “Ante los rumores de la inminencia de un golpe, les dije que tuvieran mucho cuidado. Recuerdo que les ofrecí, por si llegaba a ser conveniente para su seguridad, que vinieran a vivir a la casa provincial de la Compañía”, pues “por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de caza de brujas”.
Es decir, que Bergoglio no sólo no desprotegió a esos dos sacerdotes detenidos, sino que les había ofrecido ayuda y además arriesgó su libertad y su vida para pedir su liberación, igual que las arriesgó para proteger y salvar a otros perseguidos por la dictadura. Teniendo en cuenta esto, presentarle como partidario de la dictadura es el colmo de la calumnia.
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