martes, 5 de junio de 2012

¿Defiende usted la vida? El caso Morín puede cambiar la historia del aborto... pero requiere dinero


La historia de los centros abortistas del doctor Carlos Morín es una historia de inmunidad y de ampararse en leyes con agujeros y en el desinterés de la prensa española y los políticos españoles. Pero una serie de elementos se concatenaron para hacer que el "Caso Morín" se convierta en el más importante de la historia del aborto en los últimos 30 años:

1) la prensa extranjera (el Sunday Telegraph inglés en 2004 y la televisión pública danesa en 2006);

2) el seguimiento de las entidades civiles en defensa de la vida (con constancia y dinero);

3) una mujer que bajo protección judicial y como testigo protegido contó por escrito a la Guardia Civil lo que pasaba en las empresas de Morín

4) una jueza y una fiscal que decidieron seguir el caso hasta el final

La casualidad o la Providencia quisieron que se dieran juntos estos cuatro elementos, sin los que el juicio del "Caso Morín" no sería posible.

Un juicio histórico y colosal
Se trata de un macro-juicio: 115 delitos de aborto, otros tantos testigos o más, 12 imputados, cientos de declaraciones y miles de folios de actuaciones judiciales y policiales, una investigación de 6 años y cientos de prisión para los imputados. Solo para el doctor Morín se piden 345 años de cárcel.

Incluso descontando los casos que se pueden acoger a la "Ley Aído" del aborto, implantada por el gobierno Zapatero precisamente después del "caso Morín", quedan 115 abortos con apariencia clara de ilegalidad.

Hagámonos una idea del tamaño de este caso. En vez de 12 médicos, anestesistas y cooperadores realizando abortos en los que mueren bebés (a menudo de 6, 7 y hasta 8 meses de gestación) imaginemos una banda de 12 asesinos con escopetas matando 115 adultos durante unos cuantos años... ¿cuánta atención atraerían? ¿Cuánta alarma social?

Una maratón de declaraciones
El juicio empieza el 14 de septiembre y será largo y duro y costoso: 7 sesiones en septiembre, 14 en octubre y 11 en noviembre. Una maratón de declaraciones. Allí se hablará de las máquinas trituradoras (descritas con factura y todo en las páginas 1884 a 1889 del sumario), del truco de la "urgencia ginecológica", el truco del "riesgo psíquico", la red para traer embarazadas de Italia, de Dinamarca, de Inglaterra, de los formularios pre-fabricados, de los médicos que sirven para todo, etc...

La fealdad y sordidez que rodean al negocio del aborto saldrán a la luz...

Pero esa visibilidad no será automática: la prensa española ocultó y minimizó el caso Morín en 2004, cuando lo destapó The Telegraph en su dominical, y también en 2006, cuando lo hizo un documental con cámara oculta de la televisión pública danesa.

La administradora de la clínica Ginemedex, Remedios Valls, declaraba, desafiante, al periódico inglés en 2004: “Si van a intentar llevarnos a juicio, que lo hagan. No nos importa. No hemos cambiado ninguna de nuestras prácticas.”

Y es que ni la Consellería de Sanidad ni los Mossos d´Esquadra encontraron nada en sus inspecciones ultra-rápidas y superficiales. Y voces del Colegio de Médicos de Barcelona se quejaban de que la asociación E-Cristians ensuciaba el buen nombre de un médico colegiado.

La prensa y las administraciones siguieron desatendiendo el caso hasta que en diciembre de 2007 la Guardia Civil entró en las clínicas de Morín y empezó a sacar cajas de cartón y a Morín esposado, y proporcionó imágenes a las televisiones. Entonces sí que saltó a los medios.

La prensa de izquierdas trató de desviar el tema y hablar una y otra vez del derecho a la intimidad de las mujeres que habían abortado en sus instalaciones y de la insuficiencia de la ley de aborto vigente. Calentó así motores para una nueva ley más cómoda para los empresarios del sector, una ley de plazos... aunque la misma patronal del aborto, la AICA, señala que siguen sin estar claros si los plazos en semanas se cuentan desde la última regla, la concepción del feto o incluso su implantación.

Que se haga visible cuesta dinero
Para que la fealdad y sordidez del aborto queden patentes en los medios españoles hace falta dinero.

También hace falta dinero para volver a despertar el debate en Europa. El tema interesará en Inglaterra y en Dinamarca, países que se implicaron en él ya en 2004 y 2006. El documental danés se emitió también en Francia y en Holanda. Los límites del aborto son un tema que aún no está cerrado en Europa después de 30 años de aborto común y legal. Al aborto le gusta ser invisible: cuanto más se ve, más feo es.

Por último, el caso Morín despierta el debate moral al nivel más básico. Se pudo ver cuando el periodista danés entró en 2006 en el despacho del doctor después de haber filmado con cámara oculta cómo cualquier aborto podía justificarse alegando riesgo psíquico o ginecológico:

-Algunos de los abortos que usted hace aquí son de fetos que podrían sobrevivir fuera del útero... - le dijo el periodista en inglés
- Yo no soy un filósofo, no estoy aquí para preguntarme si un feto respiraría o no... -respondió Morín
- Pero un poco de moral....
- Coja su moral y quédesela, que usted tiene la suya; yo la mía; no tengo nada que ver con la moral de usted.

E-Cristians, 8 años tras Morín
"La asociación E-Cristians (www.e-cristians.net) sigue el caso Morín desde que apareció en el dominical del Telegraph en 2004", explica su presidente, Josep Miró i Ardèvol. "Ya entonces, E-Cristians, con las asociaciones catalanas de Juristas Cristianos y de Médicos Cristianos y las entidades del Pacto por la Vida, salió a la calle, en una manifestación en diciembre de 2006 ante las clínicas de Morín". La crónica puede leerse aquí y recuerda detalles como, por ejemplo, que la diputada de CiU, Gloria Renom, participante entre el público, había recibido órdenes de su partido de no ser oradora en el acto, algo que Miró criticó ya entonces. "Cada vez hay menos diferencias entre Convergencia y el programa de, pongamos por caso, el Partido Socialista", decía Miró, que dejaría Convergencia antes de dos años, en julio de 2008.

La vía judicial y los teléfonos pinchados
E-Cristians también acudió a los tribunales. "La querella inicial fue la de E-Cristians. Después hubo otras iniciativas en tribunales de Alternativa Española, el Centro Jurídico Tomás Moro y al final, ya en abril de 2008, ¡incluso del Colegio de Médicos!", explica Miró.
"Lo que propicia el éxito del caso Morín es que aparece un testigo protegido que lo cuenta todo, con declaración escrita ante la policía; es entonces cuando la juez pide actuar a la Guardia Civil y pinchan los teléfonos. Con lo que averiguan en las llamadas, la juez y la fiscal deciden cerrar las clínicas y llevarse el material. Fijémonos que en Madrid el caso contra las clínicas de Morín no prosperó porque no había testigo", señala el presidente de E-Cristians.

Pero todo cuesta dinero en la vida real. "El caso
Morín, si incluimos las acciones extra-jurídicas, ha significado para E-Cristians un gasto de unos 55.000 euros por ahora", explica Josep Miró. Y eso que la asociación juega "en casa": es un caso de Barcelona con abogados barceloneses que conocen el terreno, sin gastos de desplazamiento, etc...

Ahora ha llegado el momento de rematar la jugada, y para eso, recuerdan, es necesaria la colaboración popular con donativos.

"Los costes jurídicos que se avecinan son de unos 27.000 euros, aunque nos hacen un precio especial, y necesitamos otros 12.000 para dar una visibilidad real al caso, que se difunda de verdad", explica Miró.

Los ingresos para hacer posible que el "caso Morín" resuene en España y en todo el mundo pueden hacerse en esta cuenta bancaria:
BBVA: 0182-0171-83-0201537577

"A todos los que ingresen y nos lo hagan saber (en info@e-cristians.net">info@e-cristians.net) les remitiremos un completo informe sobre los antecedentes y características del caso Morín. Es un trabajo inédito, y el único que dispone de toda la información completa", asegura Miró.

Será un caso histórico, pero depende de la generosidad de los que quieran hacer historia en defensa de la vida.

Ya lo dijo Morín: "Usted tiene su moral, y yo la mía".


Pablo J. Ginés/ReL

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