Hace unos días hemos oído por todos lados que la Constitución de 1812, la ya bicentenaria “Pepa” (que, por cierto, a pesar de sus graves deficiencias, empezaba su texto invocando a Dios), fue promulgada en la iglesia del Oratorio de San Felipe Neri en Cádiz. Mucha gente no tendrá ni idea de que esto alude a la congregación fundada por ese santo. A Filippo Neri (1515-1595) lo llamaron el segundo apóstol de Roma, y también el santo de la alegría, o el juglar de Dios. Y ahora llega a los cines españoles una buena película sobre él.
Aunque es más conocido por su frase “Sed buenos si podéis”, el director italiano Giacomo Campiotti ha escogido para titular este largometraje una expresión que pone en boca del santo cuando el Papa le ofrece ser cardenal, y que canta una y otra vez con los niños callejeros de Roma: “¡prefiero el paraíso!”. La película que podemos ver a partir del 30 de marzo es la adaptación de la exitosa miniserie que coprodujeron la RAI y Lux Vide, con una magistral actuación del actor y cantante Gigi Proietti, muy popular en Italia.
He tenido ocasión de ver la película –larga, de 130 minutos de duración– antes de su doblaje al castellano, y puedo afirmar que refleja de forma entrañable, cercana y muy humana al apóstol de la alegría. Un cura que llega, sucio del camino, a la Ciudad Eterna porque quiere irse a las misiones con los jesuitas, pero que descubre su misión entre los más pequeños de la urbe, que viven abandonados y explotados. Entre muchas dificultades, contará siempre con la ayuda de Dios.
Parece que en los últimos tiempos resurge el cine religioso, y el público vuelve a tener interés en producciones como ésta. En nuestra ciudad tenemos la suerte de tenerla, por unos días, en Multicines Zamora. Consulten la hora en la cartelera, y no se la pierdan.
(Luis Santamaría/InfoCatólica) Aunque es más conocido por su frase “Sed buenos si podéis”, el director italiano Giacomo Campiotti ha escogido para titular este largometraje una expresión que pone en boca del santo cuando el Papa le ofrece ser cardenal, y que canta una y otra vez con los niños callejeros de Roma: “¡prefiero el paraíso!”.
La película refleja de forma entrañable, cercana y muy humana al apóstol de la alegría. Un cura que llega, sucio del camino, a la Ciudad Eterna porque quiere irse a las misiones con los jesuitas, pero que descubre su misión entre los más pequeños de la urbe, que viven abandonados y explotados. Entre muchas dificultades, contará siempre con la ayuda de Dios.
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