Llegué el miércoles 17 de agosto a Madrid, nos alojamos, yo y mis amigos, en el colegio “Las Tablas Valverde” en el madrileño barrio Las Tablas. El jueves 18 recibimos al Santo Padre en Cibeles. Cuando pasó junto a mí sentí que me miraba, a mí. No miraba a los jóvenes en general sino a todos y a cada una en particular.
El viernes 19 por la mañana nos dimos un paseo por Madrid, bailando con brasileños y firmando camisetas e intercambiando cosas con polacas. Por la tarde participamos en el preciosísimo Vía Crucis en Recoletos, donde se hizo Semana Santa en pleno agosto.
El sábado… ¡A Cuatro Vientos! El metro estaba a rebosar lleno de gente cantando y gritando “¡Esta es la juventud del Papa!, ¡Viva el Papa! ¡Viva!” etc., cuanta alegría, cuanta ilusión. Después de un día esperando bajo el sol Benedicto XXI llega a Cuatro Vientos y la alegría se desborda. La lluvia nos da igual y entonces empieza a alzarse el Altísimo y todos nos postramos en silencio orante, silencio, sobre todo silencio.
El domingo es el gran día, celebramos la Santa Misa con Benedicto XXI y nos envió al mundo a predicar y poner en obras lo vivido en Madrid.
Ahora a dar frutos y a ver si podemos repetir en Río de Janeiro.
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