Evangelio de San Marcos. Es el mismo caso del anterior y nuestra lectura de hoy. Se describe que cuando Jesús predicaba en Galilea vino un leproso a pedirle favor «e hincándose de rodillas le dijo: "Si tú quieres puedes curarme". Jesús dijo "quiero" y al instante desapareció su lepra».
Evangelio de San Lucas. Este evangelista no conoció a Jesús. Vivió después de él. Da sin embargo abundantes noticias sobre la lepra. Él menciona por ejemplo la parábola del rico Epulón en cuya mesa o cerca de ella había un mendigo llamado Lázaro que era leproso y que comía las migajas que caían al suelo. Cuando ambos murieron el rico fue al infierno y el pobre al cielo al lado del Señor. De aquí nació el error de llamar a la enfermedad «Mal de San Lázaro», pues por la misma época se realiza el milagro de la resurrección de Lázaro, el hermano de Marta y María y que posteriormente fue santo, mas no leproso. Error histórico que ha perpetuado como tantos otros. En este Evangelio de San Lucas también se menciona a diez leprosos encontrados por Jesús caminando por tierras de Samaria y Galilea y a quienes también curó.1
Mi querid@ amig@a, en realidad no quería hacer un tratado sobre la lepra, pero es una enfermedad tan conocida y temida en el mundo bíblico que me parecía interesante al menos describir un poco algunas referencias que la Sagrada Escritura hace de la enfermedad. Claro, terminar aquí la homilía es como dejarla a medias, así que primero te voy a indicar algunas conclusiones que me sugiere la Palabra de Dios en referencia a la enfermedad, y termino con alguna cosa práctica que nos pueda ayudar a mejorar nuestra vida cristiana.
o Lo primero que me sorprende es que todo el diagnóstico y tratamiento de la lepra pasa por manos de los sacerdotes. Lo cual me hace pensar que en realidad no estamos ante un problema de salud pública solamente, sino de algo más. El leproso perdía, no sólo el contacto con las personas, sino que era excluido de toda relación con Dios.
o La lepra era considerada como un castigo de Dios por tus actos, o lo que es peor por los actos de tu padre o del padre de tu padre (los judíos buscaban culpables a esta situación hasta en siete generaciones posteriores al individuo. Lo cual no muestra una imagen de Dios cruel y despiadado, pero el la mentalidad del Antiguo Testamento un Dios justo que no deja impune los pecados cometidos.
o En definitiva, el leproso era considerado por el resto del pueblo como un pecador público, como un maldito de Dios. Como alguien que no tiene ningún derecho y que se ha hecho merecedor de un castigo abominable.
A este punto, el gesto que realiza Jesús está más allá de la simple curación o del simple milagro extraordinario. Ya que Jesús. No sólo le está regalando la salud al enfermo, sino que le está devolviendo su dignidad de persona, y lo que es más importante, le está abriendo el camino para que vuelva a relacionarse con Dios.
El lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Porque de ahora en adelante, el que fue leproso podrá entrar en el templo. El acto de presentación al sacerdote tenía un doble motivo: por un lado la certificación oficial de la desaparición de la lepra, y por otro lado el reconocimiento del acceso a Dios de una forma oficial.
Mi querid@ amig@, en nuestro mundo occidental, no es que haya desaparecido la lepra, pero si que ha dejado de ser un problema, o al menos no resulta un problema para nuestro corazón. Las enfermedades han dejado de tener esa terrible mancha de castigo divino (aunque muchas veces aún escuchemos esta frase tan “bonita” en labios de algunos: “algo habrá hecho para tener esa enfermedad”). Pero de alguna manera hoy Jesús nos invita a tender manos y no a retirarlas ante las personas con “problemas”. Hoy Jesús se nos presenta más humano que nunca porque sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó...
Hoy Jesús nos está invitando a tener un corazón que se deja enternecer por los que más sufren, por los más abandonados... por los leprosos de nuestra sociedad. Hoy jesús quiere que tendamos nuestras manos y toquemos la miseria, que seamos conscientes de tanto dolos, que tengamos el valor suficiente como para tocarlo y sanarlo en la medida de nuestras posibilidades.
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