1. Marie-Josee, Québec, Canadá, 1962
Intercesora: Maria Catalina de San Agustín (1632-1668)
El Hospital Hotel Dieu de Québec fue fundado en 1639 por los primeros misioneros de Canadá, los agustinos hospitalarios, aunque en 1962 era un hospital moderno y bien equipado. Marie-Josée era una niña que nació con fórceps el 6 de mayo de ese año y al principio parecía sana, pero al día siguiente empezó a escupir sangre por la boca. Había sufrido un derrame sanguíneo dentro del craneo a causa del fórceps, y una puntura lumbar confirmó la hemorragia. Tampoco conseguía coagular la sangre. Tuvo convulsiones su tercer día de vida y una parada respiratoria el quinto día. Vitamina K intravenosa, masajes en el torax, oxígeno… no eran más que medidas paliativas, insuficientes.
Pero no murió, ni tampoco sufrió ningún daño cerebral como todo hacía pensar. Al cumplir 12 días, estaba perfectamente sana. Y siete años después, cuando los testigos médicos explicaron el caso, aún lo estaba. Y también 22 años después, cuando la Iglesia revisó el caso.
La familia había pedido la intercesión celestial de la valiente misionera francesa en Québec María Catalina de San Agustín (en el mundo, Catherine Longpre), que había sido enfermera en ese hospital tres siglos antes, en medio de las guerras con los indios iroqueses.Este fue el milagro que sirvió para beatificar a Sor María Catalina en 1989.
2. Solano Favarin, Santa Caterina, Brasil, 1979
Intercesora: Gertrudis Comensoli (1847-1903)
Solano Favarin nació en el hospital Sao Sebastiao de Turvo (en Santa Caterina, Brasil) el 26 de julio de 1979. Su padre, Donato, era agricultor humilde, y su madre Anadir, ama de casa. El doctor Aroldo Duarte, que asistió al parto constató la malformación del niño: no podía mover sus piernas, plegadas en alto, si se le tocaba lloraba de dolor y en esa postura (la única que podía) no se le podía amamantar. El masajista Angelo Tomasi constantó que no se podían estirar las piernas. En el hospital Sao Josè de Criciuma las radiografías asombraron a los ortopedas: sólo con carísimas cirugías y largas terapias podía lograrse alguna mejora parcial.
Las Hermanas Sacramentinas, con su superiora, visitaron al bebé y organizaron una novena y grupos de intercesión y oración, en los que participaron miembros de Cursillos de Cristiandad, niños de la escuela infantil, grupos del Apostolado de la Oración… y la intercesión de la Madre Gertrudis Comensoli, fundadora de las religiosas. Sin ninguna terapia ni medicina, el 9 de agosto, último día de la novena, para asombro de todos, el niño dejó de llorar: las piernas se habían alargado, se habían soltado y funcionaban con absoluta normalidad. El médico Marcello Meschita constató que no había explicación médica, como confirmó la comisión médica de Roma en 1988. El milagro sirvió para beatificar a Madre Gertrudis. Luego realizaría otro en 2001 con un niño de 4 años que sirvió para su canonización.
3. Valeria Atzori, Cagli, Italia, 1986
Intercesor: Nicolás Gesturi (1882-1958)
Valeria no nació pequeña, sino diminuta: 30 centímetros y 550 gramos. Ni siquiera era seismesina: era una prematura de solo 23 semanas de gestación. Su piel era roja-gelatinosa, transparente. No respiraba por sí misma. El doctor Franco Chappe, allí en la Clínica Universitaria de Cagli, aseguró que moriría y que, si no fuese así, sufriría graves daños cerebrales. Sufrió paradas respiratorias y cardíacas, y osteoporosis. En pocas horas se había deshidratado y pesaba ya solo 410 gramos. La alimentaron por vena umbilical y luego por sonda nasogástrica. Y no solo no murió, sino que cuatro meses después, la daban de alta.
Pero un año después, y dos años después, los controles eran claros: la niña no había sufrido ninguna secuela. Los informes de 1989 de las doctoras Melania Puddu y Liuliana Palmas lo confirmaron a los 3 años. Los médicos no se lo explicaban.
Pero los padres, Giovanni y Pietro, sí lo entendían: habían estado rezando en la tumba de fray Nicolás de Gesturi, muy conocido en Cagli. Juan Pablo II beatificó al fraile en 1999, cuando Valeria tenía 13 años.
4. María Solís Quirós, Costa Rica, 1994
Intercesora: María Romero Meneses
Claudia Quirós, de Costa Rica, estaba embarazada en su cuarto mes de gestación, cuando revisando las ecografías del 22 de junio de 1994 su médico detectó ya un exceso de líquido amniótico que podía afectar en la boca del bebé, el tercero de la familia. El 5 de septiembre, en San José de Costa Rica, el doctor Orlando Sánchez le previno de que la niña nacería con el grado más grave de labio leporino y malformaciones del paladar. Tendría dificultades de lenguaje, oído, deformación de maxilares, infecciones… y la cirugía era necesaria para cerrar el paladar. Enviaron copias de la película ecográfica a dos especialistas del Baylor University Medical Center y del Children´s Medical Center de Dallas (Texas), que confirmaron los diagnósticos.
Claudia y su esposo, Álex Solís Fallas, abogado, ex-diputado y profesor de la Universidad de Costa Rica, rezaron y pidieron oración. Claudia decidió comulgar cada día “para que la Sangre de Jesús bendijese a la niña”. Además, su madre, que había sido alumna y amiga de la Sierva de Dios María Romero Meneses le animó a pedir su intercesión. Las religiosas de la iglesia de María Auxiliadora, por impulso de la abuela, también rezaban.
El 28 de noviembre de 1994 había 11 médicos en el parto, preparados para operar a la niña… ¡que nació sana! El médico Jorge Márquez-Máximo Díaz, director del equipo, habló con la prensa costarricense emocionado: “me quedé desconcertado al ver que era una niña sana y normal, especialmente en la parte de la boca y el paladar donde esperábamos malformaciones”. El diagnóstico, confirmado en Dallas, era irrefutable. Pero la salud de la niña también. Los doctores Gonzalo Montero y Ana Cecilia de Cavallini revisaron todas las pruebas en 1997 y 1998 para el arzobispado, y los médicos Carlos Alú y Nino Pasetto lo revisaron para la Santa Sede. El Papa Juan Pablo II beatificó a María Romero Meneses el 14 de abril del 2002, cuando la pequeña María tenía 8 años.
5. Milagros Candelaria Bermúdez, Altagracia de Orituco, Venezuela, 1995
Intercesora: Madre Candelaria de San José
Era 6 de septiembre de 1995 y los médicos estaban provocándole el parto a Rafaela Meza de Bermúdez en el Hospital Juan Francisco Torrealba, donde ella llevaba 8 días recluida y monitorizada. Y esperaban encontrar un bebé muerto. Los ecosonogramas mostraban que el corazón del bebé se había parado. “El bebé tenía una disminución importante del líquido amniótico. No encontré signos de vitalidad fetal, no tenía movimientos corporales, ni respiratorios, ni actividad cardiaca”, declaró luego el ginecobstetra Carlos Limonghia la prensa venezolana. El médico tratante, Pedro Rojas; Rafael Gallardo; obstetra, Marcos Ramírez, internista; la jefa de enfermería, Maribel Mena, y los médicos residentes fueron testigos de las condiciones adversas del bebé.
“Los médicos me hacían muchos exámenes y me decían que mi bebé estaba muerto porque no sentían los latidos del corazón. No tenía líquido y aquello estaba seco, las enfermeras también se acercaron para ver lo que sucedía”, rememora Rafaela Mesa, que entonces tenía 34 años, un cuadro clínico de hipertensión arterial crónica, anemia y preeclampsia y otros cuatro hijos.
“En el hospital trabajaba una mujer que perteneció a la congregación de las Carmelitas, llamada Yurima Cañizal. Ella me entregó una estampita de la Madre Candelaria y me dijo: “Vamos a rezar, Rafaela, no llores, vamos a pedirle un milagro a la Madre Candelaria”. Antes de darme esa estampita ya yo venía con mi fe y tenía confianza en Dios y en ella de que me iba a hacer el milagro, a pesar de que me decían que el bebé estaba muerto”.
Sorpresa. A las 8 de la noche la niña salió viva, y lloró. Pesaba un kilo 300 gramos y medía 32 centímetros. Estuvo tres meses en incubadora y soportó varios paros respiratorios. Al escuchar el llanto de la pequeña, el padre, José Bermúdez, salió del hospital y abrió los brazos. Le dio alabanzas a Dios y dijo: “Hija, te llamarás Milagros del Valle Candelaria“. La niña hoy sigue sana y es buena estudiante, aunque su familia sigue siendo pobre: el padre es agricultor y la madre planchadora.
“¿Qué pasó? No lo sé”, se interrogaba con insistencia el doctor Carlos Limonghi en radios y diarios venezolanos. “Había cerca de 14 personas observando que el feto estaba muerto y yo busqué argumentos para tratar de negar el diagnóstico, estimulándole la barriga, moviéndola y colocándole una solución glucosada para mover al bebé, pero no había actividad cardíaca. Lo aseguro. Cuando se movió y respiró ocurrió un hecho extraordinario”.
Madre Candelaria de San José, fundadora de la Congregación Hermanas Carmelitas, en Venezuela, fue beatificada el 28 de abril de 2008 en Venezuela, con la presencia de 30.000 fieles y la notoria ausencia de las autoridades bolivarianas.
6. Sandra Grossi de Almeida, Sao Paulo, Brasil, 1999
Intercesor: Antonio de Sant´Anna Galvao, “Fray Galvao” (1739-1822)
Aquí el milagro no reside en el bebé, sino en la madre, Sandra Grossi. A San Fray Galvão, el primer santo brasileño, canonizado en 2007, se le atribuye el milagroso parto de Sandra Grossi, de 37 años, licenciada en química y madre también de una niña adoptada. Ella tenía un«útero bicorde», un cartílago que se forma en medio del útero, separándolo en dos partes, lo que imposibilita el crecimiento del feto por falta de espacio, lo que le había causado ya tres abortos naturales.
Sandra comenzó a rezar las oraciones llamadas “píldoras de Fray Galvao”. En la primera noche de la primera novena a Fray Galvão, la hemorragia paró y los dolores cesaron. Sandra reconoció a este hecho : «Fue una señal de la intercesión de Fray Galvao por mí». En el cuarto mes de gestación la sometieron a una cirugía para cerrar el cuello del útero. Sandra siguió encomendándose a Dios por intercesión de Fray Galvao. En el quinto mes de gestación se dio un riesgo de aborto a causa del tamaño del bebé.
Después de pasar por esa fase crítica, consiguió llegar a la 32ª semana de gestación, algo inimaginable para su caso. «Para los médicos parecía imposible pero no para Dios», reconoce Sandra. También parecía inimaginable la conservación del útero tras el parto, ya que el cartílago imposibilitaría la expulsión de la placenta y la única salida sería una histerectomía (extracción total del útero). El parto fue por cesárea el 11 de diciembre de 1999. Enzo padeció al nacer un problema pulmonar grave, una de las principales causas de muerte entre los prematuros. Su madre volvió a encomendarse al futuro santo. Al pequeño le quitaron los tubos al día siguiente, algo que en casos similares sucede sólo después de varias semanas. Hoy Enzo es un niño sano. Y Fray Galvão fue canonizado en Brasil personalmente por Benedicto XVI en su viaje del 11 de mayo de 2007: el primer santo brasileño.
7. Begoña León, Madrid, España, 2000
Intercesor: Rafael Arnáiz, “Hermano Rafael”
De nuevo aquí el milagro se centra en la madre, no en el bebé. El hermano Rafael, hoy San Rafael de Arnáiz, uno de los patronos de la JMJ de Madrid, es el santo que intercedió por la madrileña Begoña León. La cosa empezó como una historia de Navidad, pero mala. El suplemento “Fe y Razón” de La Razón lo contó con detalle.
El 25 de diciembre de 2000, Begoña León Alonso, embarazada de siete meses, ingresó de urgencias al hospital madrileño Gregorio Marañón, donde le practicaron la cesárea. La niña estaba sana, pero Begoña sufría una tensión altísima llamada «eclampsia» y no creían que el corazón aguantara. Además, se le añadía un fallo hepático y tenía hemorragias internas. Fue ingresada en reanimación: sufría el infrecuente «Síndrome de Hellp». «Yo oía decir, “corre, corre, que se nos va…» Pero no podía hacer nada», explicó Begoña a La Razón.
Una amiga, Mª Josefa González Cueva, «muy devota del beato Rafael», comenzó a rezar por ella. «Gracias a ella yo ya conocía al beato Rafael, me había dado alguna estampa y la novena, que rezaba mi madre», relata Begoña. Rezaban también en la Trapa de Dueñas, antiguo hogar del monje. «Cuando pasó todo, los médicos me llegaron a decir que en aquellos momentos no daban por mí ni medio real», asegura Begoña.
Pero como un regalo de Reyes, todo cambió el 6 de enero, cuando mejoró sin razón aparente. «Yo lo atribuyo a un milagro, pero no por el hecho de ser creyente, que lo soy, sino porque ningún médico ha sabido darme una explicación científica. Cuando salí del hospital y les di las gracias, me dijeron “nosotros no hemos hecho nada, Begoña, has sido tú”. Yo estoy convencida de que fue el beato Rafael», asegura. Fue canonizado el 11 de octubre de 2009.
8. Gianna Mª Arcolino, Brasil, 2000
Intercesora: Gianna Beretta Molla
Santa Gianna Beretta está destinada a ser una de las más populares santas “comadronas”, que ayuden a las parturientas y sus bebés. Por un lado, ella era doctora y madre de familia en pleno siglo XX. Por otro, murió en 1962 por salvar a su bebé, retrasando unos tratamientos. El milagro que concedió a Gianna María Arcolino llegó apenas unas semanas después del de Begoña León en Madrid.
Elisabete Comparini, brasileña, tenía tres hijos y quedó nuevamente encinta en 1999. Pero perdía mucha sangre y el 11 de febrero del 2000, a las 16 semanas de gestación, tuvo pérdida completa del líquido amniótico. Los doctores le recomendaron un aborto para evitar riesgos de infección para ella. Primero con suavidad, luego con insistencia. Según los médicos, la posibilidad de supervivencia del niño en esas circunstancias era cero.
Pero Elisabete y su marido decidieron seguir adelante con el embarazo. Apareció por el hospital el obispo diocesano de Franca (Brasil), que les había casado, y su párroco… para darle la unción de los enfermos. Pero el obispo le dio además información sobre la beata Gianna Beretta, cuyo milagro de beatificación había sido curar a una parturienta tras una gravísima cesárea. Y el matrimonio y muchos más rezaron a la doctora Beretta.
Las semanas pasaron y la niña, contra toda lógica, seguía viva sin líquido amniótico… y así estuvo 16 semanas. Llegada la semana 32, el 31 de mayo del 2000, Elisabete fue operada y trajo al mundo una niña sana, que se llama Gianna María. La doctora Beretta fue canonizada el 16 de mayo de 2004.
9. Pietro Schiliro, Milán, Italia, 2002
Intercesores: Louis y Zelie Guérin
Louis Martin y Marie-Celie Guerin de Martin, los padres de Santa Teresita de Lisieux, perdieron a cuatro de sus nueve hijos cuando aún eran niños. Por eso es significativo el milagro que los elevó conjuntamente a los altares como beatos: la curación del bebé italiano Pietro Schiliro. Pietro nació en Milán el 25 de mayo de 2002, el quinto hijo de Walter y Adele Schiliro.
El bebé no podía respirar: “malformación congénita caracterizada por una grave subversión de estructura pulmonar”. No podía respirar ni podría hacerlo nunca, según la ciencia. En teoría debía morir de un momento a otro, y cuando cumplió una semana fue bautizado de urgencia. Ese día, el sacerdote carmelita Antonio Sangalli recomendó a los padres de Pietro rezar una novena a los padres de Santa Teresa, con amigos y conocidos. Muchos se sumaron a la oración… y a partir del 29 de junio el niño mejoró. El 27 de julio estaba en casa. La beatificación conjunta se celebró el 19 de octubre de 2008 en Lisieux, con la presencia de Benedicto XVI (y del actual Ministro de Interior español, Jorge Fernández Díaz, devoto de la pareja).
10. Rafael de Jesús Barroso Santiago, Xalapa, México, 2002
Intercesor: Rafael Guízar y Valencia
Desde 2006, San Rafael Guízar es el primer obispo mexicano santo. Su oración desde el Cielo curó al hijo de Valentina Santiago y Enrique Barroso, de Xalapa. A los 7 meses de embarazo, los médicos dieron la noticia a Valentina: el niño nacería con labio leporino y paladar hendido. “Nos encomendamos mucho a Rafael Guízar para pedirle su intercesión para que mi hijo naciera sano”, rememora Valentina. “Nunca nos cansamos de pasar a la tumba de Rafael Guizar en la catedral“, dice la madre de Rafael. “Mis padres siempre fueron muy devotos a monseñor y nos inculcaron eso, venerarle y pedirle cualquier milagro”, agrega la mujer.
El 2 de marzo de 2002, su vástago nació completamente sano para sorpresa de los médicos. “Por eso mi hijo se llama Rafael de Jesús”, declara Enrique. Luego el postulador de la causa “nos pidió las pruebas, los dos ultrasonidos y un video, preguntó al radiólogo del ultrasonido y se basó en eso para comenzar a investigar más”. El obispo Rafael Guízar fue canonizado el 15 de octubre del 2006.
Son sólo algunos de los casos asombrosos del siglo XX y XXI, médicamente acreditados ante la Congregación para la Causa de los Santos, casos que implican a madres y bebés en la era de la tecnología pre-natal, las ecografías y, tristemente, del aborto provocado.
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