No puedo evitar sonreír al recordar los momentos compartidos con el Santo Padre. Esa oportunidad de verle a tan solo unos metros en Cibeles, la noche de Cuatro Vientos, donde no cabía pensar en la lluvia porque todos los jóvenes mirábamos con expectación al Santo Padre y a Nuestro Señor Jesucristo en el momento de la adoración; la misa de envío donde las palabras del Papa vibraban en mí continuamente: “No os guardéis a Jesucristo para vosotros mismos, comunicad a los demás la alegría de vuestra fe, el mundo necesita el testimonio de vuestra fe, nece- sita a Dios”.
He llegado a casa con una gran sonrisa por el regalo y don que he recibido estos días. Debo confesar que esta Jornada Mundial de la Juventud ha hecho que me replantee de nuevo mi vida. Mi corazón sigue inquieto por buscar la verdad, todo gracias a estos momentos tan importantes de la JMJ. Las preguntas sigue resurgiendo ¿Qué es lo quieres de mi? ¿Cuál es el camino que debo seguir?. Ahora aprovecho cada instante que puedo para orar y recibirle en la eucaristía. Poro tra parte, se me hace imposible borrar algunos detalles de este encuentro y menos, cuando sé que me ha concedido la oportunidad de vivir la JMJ por primera vez, por alguna razón. Lo que más deseo es estar a su disposición para que se haga su voluntad sobre mi de una u otra forma.
Mariluz Hernández
Parroquia de Santa Úrsula
No hay comentarios:
Publicar un comentario