El diario vaticano L’Osservatore Romano recuerda en su edición de este 29 de junio un extracto del libro del entonces cardenal Ratzinger publicado en 1997: "De mi vida: Recuerdos 1927-1977" en el que relató con simplicidad y emoción el día de su ordenación sacerdotal:
"Al menos los últimos dos meses –escribe Joseph Ratzinger– pude dedicarme enteramente a prepararme para el gran paso: la ordenación sacerdotal, que recibimos en la Catedral de Freising de manos del Cardenal Faulhaber, en la fiesta de San Pedro y San Pablo de 1951.
Éramos más de 40 candidatos, cuando fuimos llamados respondimos Adsum, ‘aquí estoy’. Era un espléndido día de verano, que es inolvidable, como el momento más importante de mi vida.
No se debe ser supersticioso, pero en el momento en el que el anciano Arzobispo impuso sus manos sobre mí, un pajarillo –tal vez una alondra– se elevó del altar mayor de la catedral y entonó un pequeño canto alegre, que fue para mí como si una voz de lo alto me dijera: está bien así, estás en el camino justo.
Siguieron luego cuatro semanas de verano, que fueron como una única gran fiesta. El día de la primera Misa (el 8 de julio en Traunstein) nuestra iglesia parroquial de San Osvaldo estaba iluminada en todo su esplendor, y la alegría que la llenaba casi palpablemente involucró a todos en la acción sagrada, en la forma vivísima de una ‘participación activa’ que no necesitaba de una particular operatividad exterior.
Éramos invitados a llevar a todas las casas las bendiciones de la primera Misa y fuimos acogidos en todo lugar, incluso por personas completamente desconocidas, con una cordialidad, que hasta a aquel momento ni siquiera hubiera imaginado.
Experimenté así muy directamente las grandes expectativas que los hombres tienen de los sacerdotes, cuánto esperan su bendición, que deriva de la fuerza del sacramento. No se trataba de mi persona o de la de mi hermano: ¿qué habría podido significar para sí mismos dos jóvenes como nosotros para tanta gente con la que nos encontrábamos?
Ellos veían en nosotros personas a las que Cristo les había confiado una tarea, para llevar su presencia entre los hombres. Seguro que porque al centro de todo no estábamos nosotros, nacían rápidamente relaciones amigables".
El encargado de conferir las órdenes sagradas al futuro Papa el 29 de junio de 1951 fue el Cardenal Michael von Faulhaber, biblista y especialista en patrística, Arzobispo de Munich y Freising (Alemania) y uno de los más valientes críticos del régimen nazi.
La Congregación para el Clero ha exhortado a todos los católicos del mundo, especialmente a los sacerdotes, a dedicar 60 horas de adoración eucarística para rezar por el Papa, una hora por cada año de sacerdocio que celebra este 29 de junio.
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